Hablar sobre dar una sesión de tarot a un niño le resulta a muchas personas un tema extraño, absurdo y hasta negativo; sin embargo pocos son los que lo han practicado y tienen consciencia de los criterios tan específicos para dar una sesión de tarot a un niño.
Para comenzar debemos recordar que los niños tienen tanto derecho y necesidad por expresar y resolver sus propias inquietudes, o curiosidad así como las tenemos los adultos. Debemos quitarnos la visión prefreudiana de que los niños no tienen ni deseos, ni sexualidad y mucho menos criterio. Muchos han sido los científicos que nos han dejado claro que el niño representa su realidad de la misma forma que lo hacemos los adultos, a su propio nivel. Un niño representa situaciones o deseos, forma un pensamiento racional y obedece a sus instintos, así como también aprende a reprimir ideas o emociones no aceptadas: temor, ira..etc, tal como nos sucede a los adultos.
Dicho esto, si a un adulto le funciona una sesión de tarot para aclarar alguna situación mostrándole a manera de espejo en las cartas, representaciones de imágenes con las que liga el mundo exterior con su mundo interior, cómo no habría de funcionarle a un niño si estamos hablando de los mismos procesos psíquicos, sólo que en niveles distintos.
Ante todo, habría también que anotar que el tarot no es sólo una herramienta adivinatoria, un buen tarotista conoce todos los alcances de dicha baraja: el consejo, la guía y la terapéutica por otro lado.
¿Qué tipo de sesión de tarot se llevará a cabo con un niño? Esta pregunta es válida también para las personas que sesionan sólo con adultos y requiere de revisar los propios criterios éticos del tarotista. Habrá que preguntarnos ¿Qué deseo? ¿Que la persona obtenga unas palabras de aliento o consuelo? ¿Que siga las instrucciones que yo considero más convenientes, o que aprenda a obedecer lo que más le conviene y se le indica? o quizá ¿Que por medio de su propia reflexión, voz y escucha de sí mismo reconsidere su situación formándose él mismo su propio consejo y guía? Habiéndonos respondido esto, entonces sabremos qué tipo de tarotistas somos si adivinatorios, guías, consejeros o terapéuticos.
Lo más recomendable sería utilizar esta última técnica, la terapéutica para los niños, ¿por qué? Porque lo esperado es ayudar a que el niño se desarrolle como individuo autónomo, independiente y responsable y esto implica no proporcionar indicaciones o ideas ajenas a él para que obedezca de manera automática, sino procurar que desarrolle su pensamiento racional a favor de su propio bienestar y conveniencia, ayudándolo a ejercitarlo por medio de deducciones y por medio de la expresión de su intuición o deseos que salen representados en las cartas.
Así, la baraja resulta una especie de conglomerado de imágenes que facilitan al niño a reconocer aquello que se encuentra resonando en su psiquismo, tal como lo hace una prueba proyectiva. De tal forma que si prestamos bien atención, podemos reconocer en una sesión de no más de 2 minutos algún temor, una preocupación o un deseo y además si aguzamos nuestra mente y escucha podremos, en ese tiempo tan corto además encontrar el consejo o aviso que el mismo niño proporciona por su cuenta para su propia necesidad. Y es esto, una de las principales lecciones que nos enseña el tarot para niños: Que nadie tiene más autoridad que nosotros mismos, que no hay que esperar a crecer para saber y que la respuesta la tenemos nosotros mismo, no el maestro, ni el padre, ni el terapeuta o los ángeles o dios. No, el individuo es responsable de sí mismo. Ningún deseo o temor por joven o anciana que sea la persona, tiene mayor o menor valor.
Las implicaciones técnicas para realizar una buena sesión para niños son diversas, entre tantas y como base podemos mencionar las siguientes:
Los niños con los que trabajaremos el tarot deberán tener al menos 4 años cumplidos.
Mientras más pequeño, más corto será el tiempo de la sesión puede variar de 1 a 2 minutos con niños más pequeños y hasta 20 minutos o 30 minutos con adolescentes.
Seremos claros y concisos.
Intentaremos explicarnos y hablar de una manera que ellos nos puedan comprender.
El tarot en sesión será un juego.
Nuestras palabras le darán poder al niño.
No formamos sentencias o adivinaciones que entorpezcan su camino.
Un adulto (padre o madre) siempre estará presente.
Sin duda sera un tema controvertido por mucho tiempo, de por sí el uso terapéutico del esoterismo se continua cuestionando por los más ortodoxos. La lucha entre el cientificismo y la inmaterialidad continuará por un largo tiempo, sin embargo es válido ir buscando y formando sus propias posturas ¿No es acaso lo que más deseamos?
*** Recomendación bibliográfica: Tart, Charles. (2013). El fin del materialismo: Parapsicología, ciencia y espiritualidad. Kairós. ***
Por Psic. Karla M. Solano Ortiz - Psirio- desde el consultorio PSIRIO.
Excelente artículo y mensaje. A veces los adultos nos cerramos a las ideas porque no entendemos, no alcanzamos a aceptar que también los niños tienen derecho a sentir.Se nos olvida de pronto que nosotros mismos de chavos hubiéramos querido tener algo así en nuestra experiencia. Me gusta la propuesta y creo que es muy válida. Ojalá y pronto sea más conocida y se comience a invertir tiempo en ello.
ResponderBorrarMuchas Gracias.