jueves, 16 de febrero de 2017

El Hierofante o la trampa del sanador


Para la mayoría de nosotros es un sentimiento sincero el brindar servicio al otro y movidos por ese deseo aprendemos a utilizar diferentes técnicas y herramientas para lograr tal finalidad.
De esta forma, fue como decidí dedicarme al tarot, la feerología y a la terapia floral. Si bien en un comienzo me encontraba intrigada por la habilidad de la canalización y en cierta forma la adivinación, (la cual no es lo mismo que la clariconsciencia) con el paso del tiempo me fui dando cuenta que no podía guiar mi trabajo únicamente en lo que el futuro proponía y que resultaba esencial para la persona llevarse a casa algo más que un consejo o una respuesta basada en suposiciones compuestas de un orden simbólico que yo podía reconocer en el tarot o los oráculos. Me fui dando cuenta que una lectura de tarot resultaba más eficaz si proponía el descubrimiento de una cuestión presente. Así que decidí enfocarme al tarot terapéutico con el fin de verdaderamente ofrecer un servicio a la persona que me consultaba.
En esos momentos recuerdo que me encontraba descubriendo el terreno “holístico /alternativo /new age” en el que me estaba adentrando y dándome a conocer y recuerdo que lo que más llamó mi atención fue encontrar guías o maestros que contaban con miles de seguidores alrededor del mundo que se presentaban con un aire angelical, puro y calmo. Se me hacía un poco extraña la manera que tenían de expresar lo que los ángeles, arcángeles o seres alados les comunicaban para las demás personas porque de cierta forma resultaba una invitación a ser mejores, más felices y más bondadosos, así porque sí, porque “te lo mereces” “porque es lo que atraes” o “porque eres una bendición de Dios y Dios quiere que seas feliz”. Tales aseveraciones me hicieron dudar de muchas situaciones personales y aunque esas frases parecían un apapacho al corazón pronto se desvanecían al recordar la procedencia de mis propios temores, enojos y desatinos. Si estas suposiciones fueran ciertas, ¿no seríamos todos dichosos? No habría razón para consultar nada ni a nadie.
Al verme confundida y de cierta forma defraudada por el ambiente tan light en el que estaba entrando,  me propuse a pensar y analizar el arcano V El Hierofante, el representante del arquetipo del sanador, del maestro o del guía. Y una de las cuestiones más importantes de este arcano es invitarnos a juzgarnos a nosotros mismos de la misma forma en que juzgamos a los otros.

Y entonces reflexioné sobre lo que es ser SANADOR.  ¿Es acaso querer dar solución a la vida del otro? ¿Es proveer buenos consejos? ¿Será ejecutar lo necesario para que la situación del otro mejore? ¿Es ayudar al otro en su camino? La Dra. Lyn Corwan explica que en general aquel que se identifica con la imagen del sanador busca y ayuda a las víctimas viéndolas como una persona “que no se esfuerza lo suficiente para estar bien”. Que sobre todo en una sociedad en donde se aprecia a los ganadores y a los por siempre felices es más fácil encontrar, a su vez, víctimas que no logran tal cometido. Corwan resalta que pensar que cada uno de nosotros somos causantes de nuestra propia desgracia no es más que una inflación del ego que se piensa capaz de crear circunstancias terribles o milagrosas. Para ella resulta mejor reconocer todo aquello que como víctimas sacrificamos, honrar nuestra herida y nuestra vulnerabilidad. Cada que ocurra una desgracia en lugar de preguntarnos ¿Por qué a mí? Mejor preguntémonos ¿Por qué no yo? Esto es recordar la manera en que estamos siendo transformados. Y esto fue para mí lo que en verdad resultaba un acto digno de un sanador o de un ángel mensajero.
Para poder sanar o facilitar esta transformación resulta necesario que el sanador se identifique más con la imagen de víctima que con la del sanador, puesto que podrá reconocer las heridas del otro a través de su propia vena y encontrar junto con la persona un camino más real, más largo sí, pero real.  El mejor sanador resulta el que recuerda sus propias heridas, las honra y enseña al otro a honrar sus propias heridas. Así que puede decirse que la imagen real del sanador es El Colgado en el Tarot, aquel que se ofrece como sacrificio en pos de transformar o transformarse. Esta es la trampa: Quien se ofrece como sanador y con ello se identifica resultará un guía que actuará como El Hierofante en su lado menos positivo, será el maestro que escenifica la perfección y enmascara su propia sombra, tomará el papel de padre o madre que está para adoctrinar en lugar de dar pie a la ejecución de la voluntad del otro, será quien se llene de seguidores a través de palabras vacías y máscaras multicolores.

En este sentido el sanador tendrá presente que la sanación no depende de él, ni del otro, lo único que puede estar sujeto a cierta acción es la voluntad de ambos, consultante y oráculo, por encontrar un camino que funcione mejor y que resulte transformador aunque sea mínimamente, esto porque el acto mismo de la sanación es también un ideal, que en realidad nunca acaba, así también lo anuncia el Dr. S. Freud. El sanador merece mantener su propia personalidad, enojarse, indignarse, defenderse o llorar, de nada sirve mantenerse inhertemente perfecto, así no somos ni los humanos ni los dioses, si observamos específicamente la mitología vikinga, indú o anahuaka por ejemplo podemos encontrar dioses mutilados, heridos o inválidos de alguna forma.
Ser un oráculo y utilizar las cartas para develar información requiere en efecto del deseo por servir al otro, pero también requiere reconsiderar los propios sacrificios y facilitar al otro a que haga lo mismo, honrándose y esto no puede efectuarse sino se hace de manera honesta, podemos ir más allá de la charla motivacional siempre y ofrecer más que palabras de aliento, sino palabras de transformación, palabras mágicas, bien usadas por brujas y chamanes.
De esta forma fue como particularmente encontré el objetivo de algunas barajas, especialmente las editadas por Hay House en donde la Dra. Doreen Virtue (que es bien reconocida) es residente. En esta barajas es común encontrar mensajes ultrapositivos, muy bonitos, pero de primera vista poco objetivos, como esta carta:

“ESTA SITUACIÓN VA A MEJORAR” dice esta bella carta.
-¿Ah sí? ¿Y cómo o por qué?, ¿cómo estamos tan seguros?
Si en verdad queremos sacar una respuesta real de cartas como ésta debemos analizar el potencial que está deteniendo este mensaje, es decir ¿Qué te está deteniendo? ¿Por qué sientes que no puedes avanzar? ¿Te gusta la zona en donde estas descansando? ¿Qué es lo positivo que mantenerte atrapado te trae? El oráculo puede canalizar y reflexionar sobre el hecho mismo del estancamiento y de las circunstancias que a los seres humanos nos hacen retroceder o detenernos.
Sin embargo, no se me malinterprete, la Dra. Doreen Virtue tiene razón, las voces angelicales son universales y sabias, pero depende muchísimo de los oídos que se presten a ellos y de la herida que se desborde por ser sanada.
El sanador es o debería reconocerse entonces una víctima más  y como bien dice el maestro Jodorowsky: "No hay mejor sanador que un enfermo".
Escrito en el consultorio PSIRIO por Karla M. Solano -Esfeeri-