Para la mayoría de
nosotros es un sentimiento sincero el brindar servicio al otro y movidos por
ese deseo aprendemos a utilizar diferentes técnicas y herramientas para lograr
tal finalidad.
De esta forma, fue como decidí dedicarme al tarot, la feerología y a la terapia
floral. Si bien en un comienzo me encontraba intrigada por la habilidad de la
canalización y en cierta forma la adivinación, (la cual no es lo mismo que la clariconsciencia) con el paso del tiempo me fui dando cuenta
que no podía guiar mi trabajo únicamente en lo que el futuro proponía y que
resultaba esencial para la persona llevarse a casa algo más que un consejo o
una respuesta basada en suposiciones compuestas de un orden simbólico que yo
podía reconocer en el tarot o los oráculos. Me fui dando cuenta que una lectura
de tarot resultaba más eficaz si proponía el descubrimiento de una cuestión
presente. Así que decidí enfocarme al tarot terapéutico con el fin de
verdaderamente ofrecer un servicio a la persona que me consultaba.
En esos momentos
recuerdo que me encontraba descubriendo el terreno “holístico /alternativo /new
age” en el que me estaba adentrando y dándome a conocer y recuerdo que lo que
más llamó mi atención fue encontrar guías o maestros que contaban con miles de
seguidores alrededor del mundo que se presentaban con un aire angelical, puro y
calmo. Se me hacía un poco extraña la manera que tenían de expresar lo que los
ángeles, arcángeles o seres alados les comunicaban para las demás personas
porque de cierta forma resultaba una invitación a ser mejores, más felices y
más bondadosos, así porque sí, porque “te lo mereces” “porque es lo que atraes”
o “porque eres una bendición de Dios y Dios quiere que seas feliz”. Tales aseveraciones
me hicieron dudar de muchas situaciones personales y aunque esas frases
parecían un apapacho al corazón pronto se desvanecían al recordar la
procedencia de mis propios temores, enojos y desatinos. Si estas suposiciones
fueran ciertas, ¿no seríamos todos dichosos? No habría razón para consultar
nada ni a nadie.
Al verme confundida
y de cierta forma defraudada por el ambiente tan light en el que estaba entrando,
me propuse a pensar y analizar el arcano V El Hierofante, el
representante del arquetipo del sanador, del maestro o del guía. Y una de las
cuestiones más importantes de este arcano es invitarnos a juzgarnos a nosotros
mismos de la misma forma en que juzgamos a los otros.
Y entonces
reflexioné sobre lo que es ser SANADOR.
¿Es acaso querer dar solución a la vida del otro? ¿Es proveer buenos
consejos? ¿Será ejecutar lo necesario para que la situación del otro mejore?
¿Es ayudar al otro en su camino? La Dra. Lyn Corwan explica que en general
aquel que se identifica con la imagen del sanador busca y ayuda a las víctimas
viéndolas como una persona “que no se esfuerza lo suficiente para estar bien”.
Que sobre todo en una sociedad en donde se aprecia a los ganadores y a los por siempre felices es más fácil
encontrar, a su vez, víctimas que no logran tal cometido. Corwan resalta que
pensar que cada uno de nosotros somos causantes de nuestra propia desgracia no
es más que una inflación del ego que se piensa capaz de crear circunstancias
terribles o milagrosas. Para ella resulta mejor reconocer todo aquello que como
víctimas sacrificamos, honrar nuestra herida y nuestra vulnerabilidad. Cada que
ocurra una desgracia en lugar de preguntarnos ¿Por qué a mí? Mejor preguntémonos
¿Por qué no yo? Esto es recordar la manera en que estamos siendo transformados.
Y esto fue para mí lo que en verdad resultaba un acto digno de un sanador o de
un ángel mensajero.
Para poder sanar o
facilitar esta transformación resulta necesario que el sanador se identifique
más con la imagen de víctima que con la del sanador, puesto que podrá reconocer
las heridas del otro a través de su propia vena y encontrar junto con la
persona un camino más real, más largo sí, pero real. El mejor sanador resulta el que recuerda sus
propias heridas, las honra y enseña al otro a honrar sus propias heridas. Así
que puede decirse que la imagen real del sanador es El Colgado en el Tarot,
aquel que se ofrece como sacrificio en pos de transformar o transformarse. Esta
es la trampa: Quien se ofrece como sanador y con ello se identifica resultará
un guía que actuará como El Hierofante en su lado menos positivo, será el
maestro que escenifica la perfección y enmascara su propia sombra, tomará el
papel de padre o madre que está para adoctrinar en lugar de dar pie a la ejecución
de la voluntad del otro, será quien se llene de seguidores a través de palabras
vacías y máscaras multicolores.
En este sentido el
sanador tendrá presente que la sanación no depende de él, ni del otro, lo único
que puede estar sujeto a cierta acción es la voluntad de ambos, consultante y
oráculo, por encontrar un camino que funcione mejor y que resulte transformador
aunque sea mínimamente, esto porque el acto mismo de la sanación es también un ideal, que en realidad nunca acaba, así también lo anuncia el Dr. S. Freud. El sanador merece mantener su propia personalidad, enojarse, indignarse, defenderse o llorar, de nada sirve mantenerse inhertemente perfecto, así no somos ni los humanos ni los dioses, si observamos específicamente la mitología vikinga, indú o anahuaka por ejemplo podemos encontrar dioses mutilados, heridos o inválidos de alguna forma.
Ser un oráculo y
utilizar las cartas para develar información requiere en efecto del deseo por
servir al otro, pero también requiere reconsiderar los propios sacrificios y facilitar al otro a que haga lo mismo, honrándose y esto no puede efectuarse sino se hace de manera honesta, podemos ir más allá de la charla motivacional siempre y ofrecer más que palabras de aliento, sino palabras de transformación, palabras mágicas, bien usadas por brujas y chamanes.
De esta forma fue
como particularmente encontré el objetivo de algunas barajas, especialmente las
editadas por Hay House en donde la Dra. Doreen Virtue (que es bien reconocida) es residente. En esta
barajas es común encontrar mensajes ultrapositivos, muy bonitos, pero de
primera vista poco objetivos, como esta carta:
“ESTA SITUACIÓN VA
A MEJORAR” dice esta bella carta.
-¿Ah sí? ¿Y cómo o
por qué?, ¿cómo estamos tan seguros?
Si en verdad
queremos sacar una respuesta real de cartas como ésta debemos analizar el
potencial que está deteniendo este mensaje, es decir ¿Qué te está deteniendo? ¿Por
qué sientes que no puedes avanzar? ¿Te gusta la zona en donde estas
descansando? ¿Qué es lo positivo que mantenerte atrapado te trae? El oráculo puede canalizar y reflexionar sobre el hecho mismo del estancamiento y de las circunstancias que a los seres humanos nos hacen retroceder o detenernos.
Sin embargo, no se me malinterprete, la Dra. Doreen
Virtue tiene razón, las voces angelicales son universales y sabias, pero
depende muchísimo de los oídos que se presten a ellos y de la herida que se
desborde por ser sanada.
El sanador es o debería reconocerse entonces una víctima más y como bien dice el maestro Jodorowsky: "No hay mejor sanador que un enfermo".
Escrito en el consultorio PSIRIO por Karla M. Solano -Esfeeri-